SILENCIO E INDIFERENCIA SIMBOLOS DE AGRESION

SILENCIO E INDIFERENCIA SIMBOLOS DE AGRESION

SILENCIO E INDIFERENCIA GENERADORES DE VIOLENCIA

SILENCIO E INDIFERENCIA GENERADORES DE VIOLENCIA

domingo, 27 de junio de 2010

INFIDELIDAD FEMENINA: FALTA DE VALORES Y AUTOESTIMA BAJA

La principal causa para la infidelidad femenina es la falta de valores, el no sentir respeto hacia la pareja, no hay motivos que puedan justificar el engaño de una mujer hacia su marido, una mujer honesta dirá de frente que la relación se terminó y saldrá a buscar su camino, todo el mundo tiene derecho a buscar su felicidad pero también tiene el deber de actuar con honestidad.

Dentro de los motivos para la infidelidad femenina están las inseguridades y una autoestima bajísima, este tipo de mujeres son muy propensas a involucrarse en aventuras para poder levantar su ego, el hecho de que otro las elogie o las halague ya las lleva a intentar un romance y a creer que van a ser mas amadas por sus aventurillas que por sus esposos. Que grave error mujer, Estimate.....!!!! Valorate!!!!

La edad puede ser un motivo para cometer infidelidades, cuando la mujer va acercándose a etapas de madurez física piensa o cree poder retornar a la juventud buscando aventuras y romances fuera de la pareja.

La venganza también está dentro de las causas de la infidelidad femenina, como forma de querer causarle un daño o una humillación a su esposo, la mujer se siente despechada por un engaño del marido entonces intenta cobrarse, pero esto tambien esta ligado a su bajisima autoestima, a su falta de principios y valores en el creer que está desvalorizando a su marido cuando en la realidad quien termina haciendo el ridiculo y sin valor es ella misma.

Proverbios 14:1

Este verso de la Biblia es corto pero tiene gran profundidad en sus palabras. Lo podemos dividir en dos partes. Primero lo relacionado a “la mujer sabia” y segundo lo relacionado a “la mujer necia”. ¿Qué quiere decir esto? Que existen según la Biblia “dos tipos o clases de mujeres”, una que es sabia y otra que es necia.

Características de “una mujer sabia”. El texto nos dice en resumen que es lo que hace una mujer sabia. “Edifica su casa”, mientras que la necia “con sus manos derriba su casa”.

Mujer, No te dañes!!....Valórate!...... La infidelidad te hace necia...Se sabia!!!!

miércoles, 16 de junio de 2010

DIOS NO PUEDE SER BURLADO

LOS MILAGROS DE JESUCRISTO


JESUCRISTO: ¡FUENTE DE PODER Y DE AMOR!


En todo la historia de la humanidad no ha existido un ser humano como Jesucristo.No hay comparación en ningún sentido. Jesús era el Verbo encarnado. Dejó su naturaleza divina para asumir la naturaleza humana y probar que el ser humano podía vivir en santidad, aun con las asechanzas del diablo.

Jesús vivió como hombre, fue sometido a las mismas tentaciones, luchó contra todas las debilidades de la raza humana, pero pudo vencer y vivir sin mancha ni pecado.

No hay en nuestra historia un hombre como Cristo. Es fuente del más puro amor, de bondad, de justicia, de sabiduría e inteligencia. Se enfrentó a uno de los pueblos más religiosos de la antiguedad y pudo acallar sus voces de falsedad y de hipocresía.

En Cristo encontramos todos los frutos del espíritu: bondad, misericordia, integridad, fiel, justo, grandeza, gracia, fe, compasión,honestidad, sabiduría, inteligencia, encontramos la verdad, la luz, el camino al Padre. Nadie como él.

Jesús al asumir la naturaleza humana vivió como cualquier hijo de vecino. Sufrió escasez, trabajó como carpintero al lado de su padre, fue envidiado y criticado por sus hermanos, no tuvo educación formal pero nadie lo igualaba en conocimientos. Caminaba por las calles de Jerusalén, iba de pesca con sus discípulos, oraba sin cesar, ayunaba, en fin Jesús hizo todo lo que debe hacer uno que dice que es hijo de Dios.

Pero Cristo fue más allá que cualquier profeta o fundador de una religión, fue muy atrevido, fue hasta lo máximo, nunca cedió, nunca echó atrá ss palabras, siempre se proclamó como el Hijo de Dios, y mientras los fariseos y escribas le gritaban que tenía demonios, los mismos demonios daban testimonio gritando:

Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?

S.Mateo 8:29

Es algo increíble mientras los seres humanos no reconocen la autenticidad de la persona de Cristo, los demonios caminan asustados porque saben que su fin está cerca y que aquél hombre de voz pausada, mirada profunda y larga cabellera era el Hijo de Dios.

Nunca, nunca, Jesús se retractó de lo que afirmaba, por el contrario cada vez más afirmaba su verdadera identidad. El decía mi Padre y Yo somos uno. El que me ha visto ha visto a mi Padre. Siempre afirmaba eso con intensidad. Mi reino no es de este mundo, decía. "Yo soy la luz del mundo:,"yo soy el camino, la verdad y la vida, y nadie va al Padre sino por mí:", Mi reino no es de este mudo"... Siempre hablaba con autoridad, siempre afiermaba lo misma, aun en la cruz del Calvario.

Esa verdad permanece, aunque a alguno no les guste, esa verdad la podemos guardar como un hermoso regalo. Mi Cristo es el Hijo de Dios, es Dios en cncarnado en un ser humano. Cristo es el Redentor, el Cordero de Dios, Cristo demostró siempre que él era el que había de venir, el Mesías de Israel.
LA PESCA MILAGROSA


La Palabra de Dios es un caudal de historia de grandes milagros. La trayectoria se extiende de Génesis a Apocalipsis. Dios mismo es el autor de los milagros más extraordinarios. Su máximo milagro fue la misma creación.

Con su palabra creó en un instante todo el universo, todas las leyes que le gobiernan. Con su palabra organizó la tierra a perfección.

Dios creó las maravillas de la naturaleza, encerró el océano con sus límites, tendió un manto de nubes sobre la tierra, encerró una fábrica en la hoja para que nutriera la atmósfera de oxígino y a la vez purificar el aire. Encerró los colores en una partícula de luz, dibujó el arcoiris sobre los cielos, creó el proceso de la metamorfosis transformancdo a un gusano en una bella y delicada mariposa, llenó la tierra de todo tipo de fauna, de toda clase de hierbas y plantas, encerró la energía más poderosa en un átomo.

¿Quién desea ver un milagro de Dios? Mírese en un espejo, usted es la máxima creación de Dios, el milagro perfecto, la gloria de Dios. Somos el milagro de los milagros, la obra de las obras.

Pero Dios dotó al ser humano de ese poder para realizar milagros. La Biblia nos habla de cientos de señales y prodigios realizados por los hombres de Dios, por los profetas, por los jueces, por aquellos creyentes que confiaban en Jehová de los ejércitos.

Dios ha utilizado a los seres humanos para realizar grandes cosas, para realizar grande señales y prodigios, para realizar grandes milagros. Moisés y Aarón asombraron a Faraón con su poder, la vara de Aarón era increíble,Dios los dotó de una gran capacidad y ellos tuvieron fe en las promesas de Dios. Y las plagas azotaron al pueblo egipcio, las aguas se convirtieron en sangre, el mar se abrió y apareció el camino que los conducía a la libertad.

El pueblo judío fue testigo del poder de Dios, de los milagros que hizo Moisés. La tierra se abrió y se tragó a sus crítico, a los murmuradores, hizo brotar agua de la peña, vio como Dios les enviaba maná codornices, el pueblo judío fue testigo de ver como su ropa ni su calzado envejecían durante cuarenta años.

Dios derramó el poder sobre este hombre tartamudo, cuya autoestima no era alta, quien reconocía en su hermano más capacidad para dirigir al pueblo, pero Dios hizo un milagro en el tartamundo y cuando descendió del monte su rostro brillaba y en su muerte sus ojos no perdieron el brillo.

Josué logró detener el sol y la luna y vio como las murallas de Jericó se caían con el poder de Dios. La Biblia nos cuenta de los milagros de Elías, dividió las aguas del río Jordán con sólo tocarlas con el manto, hizo descender fuego y consumir el altar ante el asombro de los profetas de Baal, vio como el aceite se multiplicaba, resucitó al hijo de la viuda. Eliseo quien recibió el don de la unción e hizo muchos milagros.

Los milagros vienen de Dios, no hay hombre que pueda hacer milagros por sí, el poder no está en las manos de ningún predicador, el poder está en Dios.

Por eso fracasó Sansón al pensar que su fuerza estaba en si mismo, en su cuerpo, en su cabello, por eso fracasó Goliat, pues creyó que su fuerza era mayor que la fuerza que estaba en David.

Todo el Antiguo Testamento está lleno de milagros, milagros realizados por Dios a través de hombres que confiaban y tenían fe en él.

Pero entre todos esos profetas, el autor de los milagros más extraordinarios fue Jesucristo. Su vida estuvo rodeada de grandes prodigios y hazañas. Ya los profetas de Israel lo habían anunciado muchos años antes de que Cristo naciera.

En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas.

Isaías 29:18

Cuando Jesús resucitó fue en busca de los discípulos, siete de ellos estaban en el mar pescando, volvieron a sus tareas, se olvidaron de predicar el evangelio, pero aquella noche no pescaron nada.

Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada

Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.

El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces

S. Juan 21:4-6

Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de los peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos.

S.Juan 21:8

Este milagro maravilloso ocurrió cuando Cristo había resucitado. Fue una milagro en medio de la oscuridad, cuando ya los discípulos habían perdido toda esperanza de pescar algún pez. Pero Cristo les dijo echen las redes a la derecha y ellos creyeron, no dudaron y tiraron las redes.

Ahora este milagro es muy simbólico. Los peces representan las almas que estos hombres iban a rescatar, serían miles, de hecho cuando Pedro comenzó a predicar se convirtieron miles de pecadores.

También nos indica los años que iban a transcurrir desde la profecía de Daniel de las setenta semana. Una vez finalizó la profecía de Jeremías de las setenta años del cautiverio, Daniel recibió la profecía de las dos mil trecientas tardes y mañanas. El cautiverio de acuerdo al calendario divino terminó en el 3600 DA.

Así que la profecía de las 2300 tardes y mañana cubría el periodo desde (3600 + 2300= 5900 DA) 0 1900 DC. El último siglo profático fue incluido en esta pesca milagrosa.

La Bibla nos dice que los discípulos movieron las redes 200 codos. Estos 200 si aplicamos la medida bíblica nos da un periodo de 2400 años. (200 x 22.2 /1.85=2400 años) es lo mismo si multiplicamos 200 x 12 = 2400. Si sumamos estos años a 3600 + 2400 = 6000 años de acuerdo al calendario divino.

Esa pesca simbolizaba la pesca de Cristo, el némero de salvados durante los 6000 años de la historia. El evangelio de Dios sería el alimento para los que serían llamados a completar el némero de los salvados.

Pero también en ese milagro podemos determinar tres fechas: 1836, 1920, 1932.

Era de noche cuando ocurrió la pesca milagrosa. En 1836 ocurrió un eclipse. El sol fue cubierto de tinieblas,en 1836 se inicia el primer templo Mormón en Kirland, Ohio el 21 de marzo, en 1920 el mundo acaba de salir de la Primera Guerra Mundial, (1918) y Hitler daba su primer discurso en ese público, además el mundo de las comunicaciones se revoluciona con el invento del radio. El mundo está revuelto.

En 1932 el planeta comienza a salir de la gran depresión que causó terrible problemas, hambres, desempleos, en fin el planeta estaba nuevamente camino a otra guerra mundial. Ya Hitler comienza a tomar poder y el futuro del pueblo de Israel se acerca a una de las peores persecusiones de la historia.

Cristo esa noche tuvo que ir en pos de los discípulos quienes se había olvidado de la verdadera misión, ser pescadores de almas y no de peces. Hoy nos olvimadmos de la verdadera misión de la iglesia de Jesucristo, mientras las almas se pierden, las ovejas andan descarriadas, acorraladas por el diablo los siete días a la semana, las veinticuatro horas del día, los llamados a ir en pos de ellas, están reuniendo a las ovejas ya salvas, pendientes a riquezas, milagros, sanidades, cosas muy buenas, pero que no son la esencia del mensaje del evangelio. La prioridad es buscar a las ovejas perdidas antes de que sean devoraradas por Satanás. La Biblia no dice que hay alegría en el cielo cuando construimos un templo, o hacer algún buen negocio, o cuando adquirimos un auto nuevo, la Biblia dice que hay alegría en el cielo cuando un pecador se arrepiente y encuentra el camino del Señor.

Las redes debemos echarla a la derecho, al lado del camino estrecho, al lado de los frutos del espíritu y no al lado de los frutos de la carne. Todo lo que agrada a la carne , desagrada al espíritu.

El llamado es, no a hacer grandes asambleas, sino a organizar pequeños escuadrones de fe e ir en pos de las ovejas desacarriadas, están cercas, a nuestro alrededor, a veces durmiendo con nosotros bajo un mismo techo, no necesitamos grandes cadenas de televisión, y eso es bueno, pero podemos alcanzar a cientos si sacamos tiempo para hablarles a las personas que nos rodean.

Hay quien predica la salvación desde un micrófono pero no le habla a aquéllos que están muy cerca de ellos. Los discípulos pregonaron el evangelio por todo el imperio romano y lo úníco que tenían eran sus cuerpos, sus voces y el compromiso de predicarle el evangelio a todos los que encontraban en su camino.

Eso hizo grande a la iglesia primitiva, no habían medios de comunicación ni la tecnología que hoy tenemos, pero estaban llenos del poder del cielo y se entregaron de todo corazón, sin pensar en ganancias ni en milagros, pues Pablo siempre estuvo enfermo y Timoteo padecía de un fuerte dolor que nunca le fue sanado,ellos predicaban un evangelio puro, tal como lo recibieron de Cristo y ese evangelio era lo que predicaban. Uno de arrepentimiento y perdón, uno que su centro era la salvación mediante la remisión de pecados, uno que nos libraba del viejo hombre mediante el bautismos en las aguas, un evangelio de poder que permitía expulsar demonios y sanar a los enfermos. Pero esos milagros eran basados en la fe y no en pactos con Dios. Jesús nunca estableció pacto alguno para realizar un milagro.

Como dije anteriormente este milagro de la pez nos permite obtener unas fechas. Ellos pescaron 153 peces (153 x 12 =1836), eran siete discípulos (153 + 7 = 160 x 12 =1920),
si incluimos a Cristo (161 x 12 =1932). En todas estas fechas pasaron grandes eventos en la humanidad.Si añadimos a los 4 discípulos que faltaban obtenemos: (153 + 11 =164 x 12 = 1968), si añadimos a Cristo nos da: (165 x 12 = 1980) y si añadimos a Judas nos da : (166 x 12 = 1992)

¡Y LOS CIEGOS ERAN SANADOS!


Es algo muy impresionante. Jesús caminaba por las calles de Jerusalén, él no hacía llamados a congregar a las gentes para demostrar su poder, la gente lo segía por todas partes, la gente creía que con sólo tocar sus vestidos, o con sólo que él dijera la palabra serían sanos, por lo tanto aquella fe era pura, nacía en el corazón y la mente de los que le seguían. Los milagros de Jesús eran irrefutables, eran milagros visibles, eran hechos en personas que padecían por muchos años, cada milagro que hacía era creído, aunque muchas veces decían que los hacía por el poder de los demonios, porque ciertamente el mismo Jesús lo había predicado, que muchos harían milagros pero no son de Dios.

Así que los ciegos recibían la vista ante el asombro de todos. Ese mismo poder, Dios lo daría a los que creyeran en Jesús.

Todos los que creen en el Señor tienen la promesa de poder recibir el don de sanidad y el don de expulsar demonios. Todo creyente que tenga fe, que esté en santidad, que ore y ayune estará listo para ser lleno del Espíritu Santo, por que no es la persona sino el Espíritu de Dios quien realiza los milagros y prodigios.

He visto a muchos utilizar este don para lograr grandes concentraciones y tratar de converncer a las personas que si hacen ofrendas en cambio van a recibir un milagro de Dios, eso es una falsedad, los que iban a Jesús nada llevaban, nunca hicieron trato con Jesús, simplemente creía que él los sanaría por su amor y por su misericordia.

Jesús, no sólo podía sanar, sino perdonar y salvar. El prósito de la predicación es rescatar a las almas del infierno y no curarle una enfermedad. Si Dios lo hace bien, pues es su promesa, pero si no lo hace, bien, pues Dios sabe todas las cosas. Es posible que si nos quita la enfermedad no le servimos.

Las personas deben entender que todos fuimos destituidos de la presencia de Dios, que somos reos de muerte, que ninguno es justo, que nadie puede volvernos a Dios sino Jesús. Qué no es el cuerpo lo importante sino el alma, que lo importante es volver a la presencia de Dios a través del Señor. Todo lo demás vendrá por añadidura, pues Dios conoce nuestras necesidades. Dios sabe qué enfermedad tenemos, conoce nuestro dolor, nuestros sufrimientos, nuestras dolencias, Dios actuará en su tiempo y no cuando yo quiero.

No podemos ir a Dios en busca de un milagro sino en busca del perdón y la reconciliación. Si eso ocurre ciertamente Dios, no solamente sanrá tu cuerpo de una enfermedad, sino que hará de ti un nuevo hombre, una nueva mujer, un nuevo joven, un nuevo anciano. Dios, no sólo limpiará tu cuerpo de toda enfermedad, sino de todo pecado. Pero hay que esperar en Dios porque él actuará en su tiempo, en el mejor momento. Las promesas de Dios siempre serán cumplidas.
¡Y LOS ENFERMOS SE LEVANTABAN DE SUS CAMILLAS!


¡Y LOS LEPROSOS ERAN SANADOS!


¡Y HACIA CAMINAR A LOS PARALITICOS!


¡CON SOLO DECIR SU PALABRA LOS ENFERMOS ERAN SANADOS!


¡Y LOS DEMONIOS TEMBLABAN Y HUIAN DE EL!


¡Y LOS COJOS SOLTABAN SUS MULETAS!


¡Y LOS CIEGOS VEIAN!


¡Y LOS LEPROSOS ALCANZABAN LA MISERICORDIA!


¡Y JESUS ESCUCHO A LA CANANEA!


¡Y LE TRAIAN A LOS ENDEMONIADOS!


¡SU PODER Y SU AMOR ERA INMENSO!


¡Y MULTIPLICABA LOS PANES Y LOS PECES!


¡Y CAMINABA SOBRE LAS AGUAS DEL MAR!


¡AUN LOS VIENTOS LE OBEDECIAN!


¡Y PEDRO DUDO!


¡Y TRANSFORMABA LA VIDA DE PECADO!


¡Y SANABA A TODOS LOS QUE VENIAN A EL!


¡Y MALDIJO LA HIGUERA!


¡Y ASCENDIO AL CIELO EN VICTORIA!


¡Y LA IGLESIA FUE LLENA DEL ESPIRITU SANTO!


Los milagros no salvan. Muchos se acercan a Dios buscando un milagro, o van a donde un espiritista, a un santero, a un hechicero y es posible que estos endemoniados puedan realizar milagros. La Biblia nos dice que el falso profeta realizará grandes prodigios y señales durante el periodo de la gran tribulación. Esas señales no provienen de Dios, ya que el Espíritu Santo ya no estará en la tierra.

También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres.

Apocalipsis 13:13

Predicadores que han claudicados a la fe, la verdadera enseñanza, predicadores que han vendido el evangelio, muchos realizarán milagros. Reunirán multitudes que van allí en busca de un premio, en busca de un milagro y no en búsca de Crito. No hablo de los hombres y mujeres de Dios que andan en santidad y que Dios los utiliza con gran poder.


Por eso Jesús dijo: "Mucho dirán en tu nombre sanamos a los enfermos y echamos fuera demonios" y les dirá apartos de mí obradores de maldad, nunca os conocí".

Cuando Jesús iba al monte miles le segían, Jesús sabía que iban tras los panes y los peces, tras la sanidad, en busca de un milagro para sus vidas. Pero cuando empezó a hablarle de la vida del cristiano, de la rectitud del camino de Dios, de que había que amar a los enemigos, que se adulteraba con sólo desear a un mujer en el corazón, que no acumularan riquezas sino que las compartieran con los pobres, aquella multitud comenzó a irse, hasta el punto que Pedro le llamó la atención a Jesús sobre lo que estaba pasando.

Y practicamente de los miles y miles que siguieron a Jesús sólo 120 fueron al monte a esperar la llegada del Consolador.

El evangelio no es un negocio de panes ni de peces, el evangelio no es un asunto de prosperidad o pobreza, el evangelios es potencia de Dios, es un mensaje de trasformación espiritual, Jesús decía" "están en el mundo pero no son del mundo". No podemos cambiar la palabra de Dios porque estamos viviendo en el 2005, Jesús no cambió las palabras del Antiguo Testamento después de 4000 años, la palabra de Dios no cambia sino que permanece en todo tiempo, el ser humano es uno en todo el planeta, no importa la cultura, la geografía, Dios habló a Abraham como nos habla ahora. El poder que Dios le dio a Moisés es el mismo poder que ha puesto a disposición de la iglesia hoy.

Mis hermasnos, hermanas, amigos y amigas, no nos engañemos, el evangelio es para rescatar las ovejas de las garras del diablo no para levantar grandes imperios de riquezas y de bienes materiales. La iglesia de Jesucristo debe ser diferente a las iglesias paganas, los apóstoles llevaron todo y lo repartieron todo entre sus miembros. Ese espíritu de unidad en todo es el que Dios quiere entre nosotros, no que unos sean ricos y otros sean pobres, eso se da en el mundo, no en el reino de Dios.

Los llamados hijos de Dios deben ser diferentes, los apóstoles fueron diferentes. Amaban a Dios y eso lo demostraban amando a sus hermanos, compartiendo todo, orando juntos, adorando juntos. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Pretender que los que defendemos los principios de la iglesia primitiva somos esclavos del pasado, fundamentalistas o fanátisco religiosos es algo que no tiene valor alguno para Dios. Cristo fue fundamentalista y su pensamiento jamás cambiará aunque pasen los millones de años. "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán"


¡DIOS QUIERE HACER EN TI EL MILAGRO DE LA TRANSFORMACION ESPIRITUAL!

martes, 15 de junio de 2010

EL PERDON Y SUS LIMITES

Todos hemos sufrido alguna vez injusticias y humillaciones; algunos tienen que soportar diariamente torturas, no sólo en una cárcel, sino también en un puesto de trabajo o en el entorno familiar. Es cierto que nadie puede hacernos tanto daño como los que debieran amarnos. "El único dolor que destruye más que el hierro es la injusticia que procede de nuestros familiares," dicen los árabes.

¿Cómo reaccionamos ante un mal que alguien nos ha ocasionado con cierta intencionalidad? Normalmente, desearíamos espontáneamente pegar a los que nos han pegado, o hablar mal de los que han hablado mal de nosotros. Pero esta actuación es como un bumerán: nos daña a nosotros mismos. Es una pena gastar las energías en enfados, recelos, rencores o desesperación; y quizá es más triste aún cuando una persona se endurece para no sufrir más.

¿Qué es el perdón? ¿Qué hago cuando digo a una persona: "Te perdono"? Es evidente que reacciono ante un mal que alguien me ha hecho; actúo, además, con libertad; no olvido simplemente la injusticia, sino que renuncio a la venganza y quiero, a pesar de todo, lo mejor para el otro.

En primer lugar, ha de tratarse realmente de un mal para el conjunto de mi vida. Si un cirujano me quita un brazo que está peligrosamente infectado, puedo sentir dolor y tristeza, incluso puedo montar en cólera contra el médico. Pero no tengo que perdonarle nada, porque me ha hecho un gran bien: me ha salvado la vida. Situaciones semejantes pueden darse en la educación. No todo lo que parece mal a un niño es nocivo para él. Los buenos padres no conceden a sus hijos todos los caprichos que ellos piden; los forman en la fortaleza. Una maestra me dijo en una ocasión: "No me importa lo que mis alumnos piensan hoy sobre mí. Lo importante es lo que piensen dentro de veinte años." El perdón sólo tiene sentido, cuando alguien ha recibido un daño objetivo de otro.

Por otro lado, perdonar no consiste, de ninguna manera, en no querer ver este daño, en colorearlo o disimularlo. Algunos pasan de largo las injurias con las que les tratan sus colegas o sus familiares, porque intentan eludir todo conflicto; buscan la paz a cualquier precio y pretenden vivir continuamente en un ambiente armonioso. Parece que todo les diera lo mismo. "No importa" si los otros no les dicen la verdad; "no importa" cuando los utilizan como meros objetos para conseguir unos fines egoístas; "no importan" tampoco el fraude o la envidia. Esta actitud es peligrosa, porque puede llevar a una completa ceguera ante los valores. La indignación e incluso la ira son reacciones normales y hasta necesarias en ciertas situaciones. Quien perdona, no cierra los ojos ante el mal; no niega que existe objetivamente una injusticia. Si lo negara, no tendría nada que perdonar.

Si uno se acostumbra a callarlo todo, tal vez pueda gozar durante un tiempo de una aparente paz; pero pagará finalmente un precio muy alto por ella, pues renuncia a la libertad de ser él mismo. Esconde y sepulta sus frustraciones en lo más profundo de su corazón, detrás de una muralla gruesa, que levanta para protegerse. Y ni siquiera se da cuenta de su falta de autenticidad. Es normal que una injusticia nos duela y deje una herida. Si no queremos verla, no podemos sanarla. Entonces estamos permanentemente huyendo de la propia intimidad (es decir, de nosotros mismos); y el dolor nos carcome lenta e irremediablemente. Algunos realizan un viaje alrededor del mundo, otros se mudan de ciudad. Pero no pueden huir del sufrimiento. Todo dolor negado retorna por la puerta trasera, permanece largo tiempo como una experiencia traumática y puede ser la causa de heridas perdurables. Un dolor oculto puede conducir, en ciertos casos, a que una persona se vuelva agria, obsesiva, medrosa, nerviosa o insensible, o que rechace la amistad, o que tenga pesadillas. Sin que uno lo quiera, tarde o temprano, reaparecen los recuerdos. Al final, muchos se dan cuenta de que tal vez, habría sido mejor, hacer frente directa y conscientemente a la experiencia del dolor. Afrontar un sufrimiento de manera adecuada es la clave para conseguir la paz interior.

El acto de perdonar es un asunto libre. Es la única reacción que no re–actúa simplemente, según el conocido principio "ojo por ojo, diente por diente" . El odio provoca la violencia, y la violencia justifica el odio. Cuando perdono, pongo fin a este círculo vicioso; impido que la reacción en cadena siga su curso. Entonces libero al otro, que ya no está sujeto al proceso iniciado. Pero, en primer lugar, me libero a mí mismo. Estoy dispuesto a desatarme de los enfados y rencores. No estoy "re–accionando", de modo automático, sino que pongo un nuevo comienzo, también en mí.

Superar las ofensas, es una tarea sumamente importante, porque el odio y la venganza envenenan la vida. El filósofo Max Scheler afirma que una persona resentida se intoxica a sí misma . El otro le ha herido; de ahí no se mueve. Ahí se recluye, se instala y se encapsula. Queda atrapada en el pasado. Da pábulo a su rencor con repeticiones y más repeticiones del mismo acontecimiento. De este modo arruina su vida.

Los resentimientos hacen que las heridas se infecten en nuestro interior y ejerzan su influjo pesado y devastador, creando una especie de malestar y de insatisfacción generales. En consecuencia, uno no se siente a gusto en su propia piel. Pero, si no se encuentra a gusto consigo mismo, entonces no se encuentra a gusto en ningún lugar. Los recuerdos amargos pueden encender siempre de nuevo la cólera y la tristeza, pueden llevar a depresiones. Un refrán chino dice: "El que busca venganza debe cavar dos fosas."

En su libro Mi primera amiga blanca, una periodista norteamericana de color describe cómo la opresión que su pueblo había sufrido en Estados Unidos le llevó en su juventud a odiar a los blancos, "porque han linchado y mentido, nos han cogido prisioneros, envenenado y eliminado". La autora confiesa que, después de algún tiempo, llegó a reconocer que su odio, por muy comprensible que fuera, estaba destruyendo su identidad y su dignidad. Le cegaba, por ejemplo, ante los gestos de amistad que una chica blanca le mostraba en el colegio. Poco a poco descubrió que, en vez de esperar que los blancos pidieran perdón por sus injusticias, ella tenía que pedir perdón por su propio odio y por su incapacidad de mirar a un blanco como a una persona, en vez de hacerlo como a un miembro de una raza de opresores. Encontró el enemigo en su propio interior, formado por los prejuicios y rencores que le impedían ser feliz.

Las heridas no curadas pueden reducir enormemente nuestra libertad. Pueden dar origen a reacciones desproporcionadas y violentas, que nos sorprendan a nosotros mismos. Una persona herida, hiere a los demás. Y, como muchas veces oculta su corazón detrás de una coraza, puede parecer dura, inaccesible e intratable. En realidad, no es así. Sólo necesita defenderse. Parece dura, pero es insegura; está atormentada por malas experiencias.

Hace falta descubrir las llagas para poder limpiarlas y curarlas. Poner orden en el propio interior, puede ser un paso para hacer posible el perdón. Pero este paso es sumamente difícil y, en ocasiones, no conseguimos darlo. Podemos renunciar a la venganza, pero no al dolor. Aquí se ve claramente que el perdón, aunque está estrechamente unido a vivencias afectivas, no es un sentimiento. Es un acto de la voluntad que no se reduce a nuestro estado psíquico. Se puede perdonar llorando.

Cuando una persona ha realizado este acto eminentemente libre, el sufrimiento pierde ordinariamente su amargura, y puede ser que desaparezca con el tiempo. "Las heridas se cambian en perlas," dice Santa Hildegarda de Bingen.

Es una ley natural que el tiempo "cura" algunas llagas. No las cierra de verdad, pero las hace olvidar. Algunos hablan de la "caducidad de nuestras emociones". Llegará un momento en que una persona no pueda llorar más, ni sentirse ya herida. Esto no es una señal de que haya perdonado a su agresor, sino que tiene ciertas "ganas de vivir". Un determinado estado psíquico –por intenso que sea– de ordinario no puede convertirse en permanente. A este estado sigue un lento proceso de desprendimiento, pues la vida continúa. No podemos quedarnos siempre ahí, como pegados al pasado, perpetuando en nosotros el daño sufrido. Si permanecemos en el dolor, bloqueamos el ritmo de la naturaleza.

La memoria puede ser un cultivo de frustraciones. La capacidad de desatarse y de olvidar, por tanto, es importante para el ser humano, pero no tiene nada que ver con la actitud de perdonar. Ésta no consiste simplemente en "borrón y cuenta nueva". Exige recuperar la verdad de la ofensa y de la justicia, que muchas veces pretende camuflarse o distorsionarse. El mal hecho debe ser reconocido y, en lo posible, reparado.

Hace falta "purificar la memoria". Una memoria sana puede convertirse en maestra de vida. Si vivo en paz con mi pasado, puedo aprender mucho de los acontecimientos que he vivido. Recuerdo las injusticias pasadas para que no se repitan, y las recuerdo como perdonadas.

Como el perdón expresa nuestra libertad, también es posible negar al otro este don. El judío Simon Wiesenthal cuenta en uno de sus libros de sus experiencias en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Un día, una enfermera se acercó a él y le pidió seguirle. Le llevó a una habitación donde se encontraba un joven oficial de la SS que estaba muriéndose. Este oficial contó su vida al preso judío: habló de su familia, de su formación, y cómo llegó a ser un colaborador de Hitler. Le pesaba sobre todo un crimen en el que había participado: en una ocasión, los soldados a su mando habían encerrado a 300 judíos en una casa, y habían quemado la casa; todos murieron. "Sé que es horrible –dijo el oficial–. Durante las largas noches, en las que estoy esperando mi muerte, siento la gran urgencia de hablar con un judío sobre esto y pedirle perdón de todo corazón." Wiesenthal concluye su relato diciendo: "De pronto comprendí, y sin decir ni una sola palabra, salí de la habitación" . Otro judío añade: "No, no he perdonado a ninguno de los culpables, ni estoy dispuesto ahora ni nunca a perdonar a ninguno".

Perdonar significa renunciar a la venganza y al odio. Existen, por otro lado, personas que no se sienten nunca heridas. No es que no quieran ver el mal y repriman el dolor, sino todo lo contrario: perciben las injusticias objetivamente, con suma claridad, pero no dejan que ellas les molesten. "Aunque nos maten, no pueden hacernos ningún daño," es uno de sus lemas. Han logrado un férreo dominio de sí mismos, parecen de una ironía insensible. Se sienten superiores a los demás hombres y mantienen interiormente una distancia tan grande hacia ellos que nadie puede tocar su corazón. Como nada les afecta, no reprochan nada a sus opresores. ¿Qué le importa a la luna que un perro le ladre? Es la actitud de los estoicos y quizá también de algunos "gurus" asiáticos que viven solitarios en su "magnanimidad". No se dignan mirar siquiera a quienes "absuelven" sin ningún esfuerzo. No perciben la existencia del "pulgón".

El problema consiste en que, en este caso, no hay ninguna relación interpersonal. No se quiere sufrir y, por tanto, se renuncia al amor. Una persona que ama, siempre se hace pequeña y vulnerable. Se encuentra cerca a los demás. Es más humano amar y sufrir mucho a lo largo de la vida, que adoptar una actitud distante y superior a los otros. Cuando a alguien nunca le duele la actuación de otro, es superfluo el perdón. Falta la ofensa, y falta el ofendido.

El perdón comienza cuando, gracias a una fuerza nueva, una persona rechaza todo tipo de venganza. No habla de los demás desde sus experiencias dolorosas, evita juzgarlos y desvalorizarlos, y está dispuesta a escucharles con un corazón abierto.

El secreto consiste en no identificar al agresor con su obra. Todo ser humano es más grande que su culpa. Un ejemplo elocuente nos da Albert Camus, que se dirige en una carta pública a los nazis y habla de los crímenes cometidos en Francia: "Y a pesar de ustedes, les seguiré llamando hombres… Nos esforzamos en respetar en ustedes lo que ustedes no respetaban en los demás" . Cada persona está por encima de sus peores errores.

Hace pensar una anécdota que se cuenta de un general del siglo XIX. Cuando éste se encontraba en su lecho de muerte, un sacerdote le preguntó si perdonaba a sus enemigos. "No es posible –respondió el general–. Les he mandado ejecutar a todos".

El perdón del que hablamos aquí no consiste en saldar un castigo, sino que es, ante todo, una actitud interior. Significa vivir en paz con los recuerdos y no perder el aprecio a ninguna persona. Se puede considerar también a un difunto en su dignidad personal. Nadie está totalmente corrompido; en cada uno brilla una luz.

Al perdonar, decimos a alguien: "No, tú no eres así. ¡Sé quien eres! En realidad eres mucho mejor." Queremos todo el bien posible para el otro, su pleno desarrollo, su dicha profunda, y nos esforzamos por quererlo desde el fondo del corazón, con gran sinceridad.

Perdonar es amar intensamente. El verbo latín per–donare lo expresa con mucha claridad: el prefijo per intensifica el verbo que acompaña, donare. Es dar abundantemente, entregarse hasta el extremo. El poeta Werner Bergengruen ha dicho que el amor se prueba en la fidelidad, y se completa en el perdón.

Sin embargo, cuando alguien nos ha ofendido gravemente, el amor apenas es posible. Es necesario, en un primer paso, separarnos de algún modo del agresor, aunque sea sólo interiormente. Mientras el cuchillo está en la herida, la herida nunca se cerrará. Hace falta retirar el cuchillo, adquirir distancia del otro; sólo entonces podemos ver su rostro. Un cierto desprendimiento es condición previa para poder perdonar de todo corazón, y dar al otro el amor que necesita.

Una persona sólo puede vivir y desarrollarse sanamente, cuando es aceptada tal como es, cuando alguien la quiere verdaderamente, y le dice: "Es bueno que existas". Hace falta no sólo "estar aquí", en la tierra, sino que hace falta la confirmación en el ser para sentirse a gusto en el mundo, para que sea posible adquirir una cierta estimación propia y ser capaz de relacionarse con otros en amistad. En este sentido se ha dicho que el amor continúa y perfecciona la obra de la creación.

Amar a una persona quiere decir hacerle consciente de su propio valor, de su propia belleza. Una persona amada es una persona aprobada, que puede responder al otro con toda verdad: "Te necesito para ser yo mismo."

Si no perdono al otro, de alguna manera le quito el espacio para vivir y desarrollarse sanamente. Éste se aleja, en consecuencia, cada vez más de su ideal y de su autorrealización. En otras palabras, le mato, en sentido espiritual. Se puede matar, realmente, a una persona con palabras injustas y duras, con pensamientos malos o, sencillamente, negando el perdón. El otro puede ponerse entonces triste, pasivo y amargo. Kierkegaard habla de la "desesperación de aquel que, desesperadamente, quiere ser él mismo", y no llega a serlo, porque los otros lo impiden.

Cuando, en cambio, concedemos el perdón, ayudamos al otro a volver a la propia identidad, a vivir con una nueva libertad y con una felicidad más honda.

Es preciso comprender que cada uno necesita más amor que "merece"; cada uno es más vulnerable de lo que parece; y todos somos débiles y podemos cansarnos. Perdonar es tener la firme convicción de que en cada persona, detrás de todo el mal, hay un ser humano vulnerable y capaz de cambiar. Significa creer en la posibilidad de transformación y de evolución de los demás.

Si una persona no perdona, puede ser que tome a los demás demasiado en serio, que exija demasiado de ellos. Pero "tomar a un hombre perfectamente en serio, significa destruirle," advierte el filósofo Robert Spaemann. Todos somos débiles y fallamos con frecuencia. Y, muchas veces, no somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos: "no sabemos lo que hacemos". Cuando, por ejemplo, una persona está enfadada, grita cosas que, en el fondo, no piensa ni quiere decir. Si la tomo completamente en serio, cada minuto del día, y me pongo a "analizar" lo que ha dicho cuando estaba rabiosa, puedo causar conflictos sin fin. Si lleváramos la cuenta de todos los fallos de una persona, acabaríamos transformando en un monstruo, hasta al ser más encantador.

Tenemos que creer en las capacidades del otro y dárselo a entender. A veces, impresiona ver cuánto puede transformarse una persona, si se le da confianza; cómo cambia, si se le trata según la idea perfeccionada que se tiene de ella. Hay muchas personas que saben animar a los otros a ser mejores. Les comunican la seguridad de que hay mucho bueno y bello dentro de ellos, a pesar de todos sus errores y caídas. Actúan según lo que dice la sabiduría popular: "Si quieres que el otro sea bueno, trátale como si ya lo fuese."

Perdonar exige un corazón misericordioso y generoso. Significa ir más allá de la justicia. Hay situaciones tan complejas en las que la mera justicia es imposible. Si se ha robado, se devuelve; si se ha roto, se arregla o sustituye. ¿Pero si alguien pierde un órgano, un familiar o un buen amigo? Es imposible restituirlo con la justicia. Precisamente ahí, donde el castigo no cubre nunca la pérdida, es donde tiene espacio el perdón.

El perdón no anula el derecho, pero lo excede infinitamente. Es por naturaleza incondicional, ya que es un don gratuito del amor, un don siempre inmerecido. Esto significa que el que perdona no exige nada a su agresor, ni siquiera que le duela lo que ha hecho. Antes, mucho antes que el agresor busca la reconciliación, el que ama ya le ha perdonado.

El arrepentimiento del otro no es una condición necesaria para el perdón, aunque sí es conveniente. Es, ciertamente, mucho más fácil perdonar cuando el otro pide perdón. Pero a veces hace falta comprender que en los que obran mal hay bloqueos, que les impiden admitir su culpabilidad.

Hay un modo "impuro" de perdonar, cuando se hace con cálculos, especulaciones y metas: "Te perdono para que te des cuenta de la barbaridad que has hecho; te perdono para que mejores." Pueden ser fines educativos loables, pero en este caso no se trata del perdón verdadero que se concede sin ninguna condición, al igual que el amor auténtico: "Te perdono porque te quiero –a pesar de todo."

Puedo perdonar al otro incluso sin dárselo a entender, en el caso de que no entendería nada. Es un regalo que le hago, aunque no se entera, o aunque no sabe por qué.

Hace falta prudencia y delicadeza para ver cómo mostrar al otro el perdón. En ocasiones, no es aconsejable hacerlo enseguida, cuando la otra persona está todavía agitada. Puede parecerle como una venganza sublime, puede humillarla y enfadarla aún más. En efecto, la oferta de la reconciliación puede tener carácter de una acusación. Puede ocultar una actitud farisaica: quiero demostrar que tengo razón y que soy generoso. Lo que impide entonces llegar a la paz, no es la obstinación del otro, sino mi propia arrogancia.

Por otro lado, es siempre un riesgo ofrecer el perdón, pues este gesto no asegura su recepción y puede molestar al agresor en cualquier momento. "Cuando uno perdona, se abandona al otro, a su poder, se expone a lo que imprevisiblemente puede hacer y se le da libertad de ofender y herir (de nuevo)" . Aquí se ve que hace falta humildad para buscar la reconciliación.

Cuando se den las circunstancias –quizá después de un largo tiempo– conviene tener una conversación con el otro. En ella se pueden dar a conocer los propios motivos y razones, el propio punto de vista; y se debe escuchar atentamente los argumentos del otro. Es importante escuchar hasta el final, y esforzarse por captar también las palabras que el otro no dice. De vez en cuando es necesario "cambiar la silla", al menos mentalmente, y tratar de ver el mundo desde la perspectiva del otro.

El perdón es un acto de fuerza interior, pero no de voluntad de poder. Es humilde y respetuoso con el otro. No quiere dominar o humillarle. Para que sea verdadero y "puro", la víctima debe evitar hasta la menor señal de una "superioridad moral" que, en principio, no existe; al menos no somos nosotros los que podemos ni debemos juzgar acerca de lo que se esconde en el corazón de los otros. Hay que evitar que en las conversaciones se acuse al agresor siempre de nuevo. Quien demuestra la propia irreprochabilidad, no ofrece realmente el perdón. Enfurecerse por la culpa de otro puede conducir con gran facilidad a la represión de la culpa de uno mismo. Debemos perdonar como pecadores que somos, no como justos, por lo que el perdón es más para compartir que para conceder.

Todos necesitamos el perdón, porque todos hacemos daño a los demás, aunque algunas veces quizá no nos demos cuenta. Necesitamos el perdón para deshacer los nudos del pasado y comenzar de nuevo. Es importante que cada uno reconozca la propia flaqueza, los propios fallos –que, a lo mejor, han llevado al otro a un comportamiento desviado–, y no dude en pedir, a su vez, perdón al otro.

Hemos hablado de una labor interior auténtica y dura. No podemos negar que la exigencia del perdón llega en ciertos casos al límite de nuestras fuerzas. ¿Se puede perdonar cuando el opresor no se arrepiente en absoluto, sino que incluso insulta a su víctima y cree haber obrado correctamente? ¿Puede una madre perdonar jamás al asesino de su hijo? Podemos perdonar, por lo menos, a una persona que nos ha dejado completamente en ridículo ante los demás, que nos ha quitado la libertad o la dignidad, que nos ha engañado, difamado o destruido algo que para nosotros era muy importante? Quizá nunca será posible perdonar de todo corazón, al menos si contamos sólo con nuestra propia capacidad. Pero un cristiano cuenta, además, con la ayuda todopoderosa de Dios. "Con mi Dios, salto los muros," canta el salmista. Podemos referir estas palabras a los muros que están en nuestro corazón. Con la ayuda de buenos amigos y, sobre todo, con la gracia de Dios, es posible realizar esta tarea sumamente difícil y liberarnos a nosotros mismos. Perdonar es un acto de fortaleza espiritual, un gran alivio. Significa optar por la vida y actuar con creatividad.

Sin embargo, no parece adecuado dictar comportamientos a las víctimas. Hay que dejar a una persona todo el tiempo que necesite para llegar al perdón. Si alguien le acusara de rencorosa o vengativa, engrandaría su herida. Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo de la Edad Media, aconseja a quienes sufren, entre otras cosas, que no se rompan la cabeza con argumentos, ni leer, ni escribir; antes que nada, deben tomar un baño, dormir y hablar con un amigo. En un primer momento, generalmente no somos capaces de aceptar un gran dolor. Antes que nada, debemos tranquilizarnos, aceptar que nos cuesta perdonar, que necesitamos tiempo. Seguir el ritmo de nuestra naturaleza nos puede ayudar mucho. No podemos sorprendernos frente a tales dificultades, tanto si son propias, como si son ajenas.

Si conseguimos crear una cultura del perdón, podremos construir juntos un mundo habitable, donde habrá más vitalidad y fecundidad; podremos proyectar juntos un futuro realmente nuevo."¿Quieres ser feliz un momento? Véngate. ¿Quieres ser feliz siempre? Perdona."

sábado, 5 de junio de 2010

PREDICAR Y ACONSEJAR O PREDICAR Y CERRAR PUERTAS.....

Vas a predicar en la Obra del Señor???...

Tito 2:7-8 (Nueva Versión Internacional) - Cuando enseñes, hazlo con integridad y seriedad, y con un mensaje sano e intachable.
1 Timoteo 4:13 (Nueva Versión Internacional) - En tanto que llego, dedícate a la lectura pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los hermanos.
Los Mensajes deben contener la Palabra revelada, el mensaje profético detrás del texto (Ej.: Jesús en el Antiguo Testamento, la Trinidad o el tiempo de Dios vistos en los mensajes de “tres días” o “la tercera hora,” o el valor simbólico de otros números)
En general, el mensaje se debe basarse en los dones obtenidos en el culto profético (más instrucciones acerca de esto pueden enviarse separadamente, pero todos nosotros necesitamos crecer en este aspecto cada vez mas). Si ningún pasaje fue revelado, el predicador puede consultar al Señor con relación a pasaje que ataña alguna de las necesidades mostradas en los dones espirituales para ese culto. Si fuere mencionado más de un pasaje en los dones espirituales, elpastor debe consultar cuál es el texto primario para el mensaje, y entonces referirse a los otros mientras lo desarrolla. Las mejores prédicas son las que combinan todas las ideas mostradas en cada uno de los dones espirituales, por ejemplo como sub-temas del mensaje mismo.
• Todos pastores y obreros deben tener también un mensaje “de respaldo” en su corazón que ellos pueden ofrecer en caso de que no haya dones espirituales en un culto profético en particular (esto sucede especialmente en iglesias que son nuevas o débiles o tienen pocos visitantes). Puede ser un mensaje de una clase de seminario, del website, o de sus propios estudios de la Palabra. Esto se puede consultar como un último caso ante la ausencia de dones espirituales que dirijan el tema del mensaje.
• Generalmente es mucho mejor predicar de una HISTORIA o en una de las PARÁBOLAS, en vez de los pasajes doctrinales en las Epístolas. Muchas iglesias solo predican de las Epístolas, y los miembros no pueden recordar ninguno de estos sermones, porque todos ellos son conceptos abstractos. Si es posible, es mejor tomar de las doctrinas de las Epístolas y encontrar historias o parábolas para ilustrarlas. Jesús predicó en su mayor parte con parábolas. Y la predica de los apóstoles a menudo estaba basada en historias del Antiguo Testamento.
• Predicar debe ser positivo, no una cosa pesada. Acentuar las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros y las grandes cosas que El todavía hace, y alentar a las personas a tener fe, para obedecer al Señor y para buscar al Señor. Es preferible alentar a las personas a hacer las cosas correctas que reprenderlos por hacer las cosas equivocadas.
• Predicar debe ser breve, preferiblemente menos de 30 minutos. Se puede decir todo lo que el Señor quiere decir en el culto en menos tiempo que eso. Si se requiere mas tiempo que este, en realidad es para cosas que el Predicador quiere agregar, no necesariamente el mensaje del Señor. Las clases de seminario y campañas de Evangelización son las excepciones a esta pauta, por supuesto. Los cultos regulares deben tener mensajes más cortos. Si un nuevo obrero predica durante mucho tiempo (este es un problema común) – como una hora completa – el pastor suavemente lo debe corregir. Mientras menos experimentado sea el obrero, mas corto debe ser el mensaje – preferiblemente 15 minutos más o menos para los obreros. También hay que tener presente que los miembros no recordarán mucho de lo que se diga después de los primeros 20 o 25 minutos.
• No dirigir el mensaje a un miembro de la iglesia con el que usted está enojado o decepcionado. Nunca deben mencionarse nombres de miembros los mensajes.
• Los Predicadores deben evitar llevar la atención sobre sí mismos o elevarse a sí mismos demasiado. Muchos de nuestros pastores, por ejemplo, son tan cuidadosos acerca de esto que cuando se comparte algún testimonio acerca de una gran experiencia espiritual vivida, dicen: “sé de un hermano en la iglesia que oró acerca de ____ y recibió un milagro ____ ,” sin indicar que se trata del propio orador, para que ninguno sienta como si el orador es extra especial. Y NUNCA decir cosas como, “Dios habló conmigo esta mañana y me mostró que él me daría un ministerio que alcanzaría el país entero” (o el mundo entero, etc.) Nosotros no necesitamos afirmarnos ni nuestro credencial tampoco. Nosotros no nos presentamos por nombre por lo general, ni hablamos de nuestros credenciales para el ministerio.
• Evitar predicar contra pecados específicos desde el púlpito. Mantener el mensaje tan positivo como sea posible y hablar acerca del pecado o la mundanería en términos generales. Si el Señor tiene un pecado específico del cual hablar, El dará una visión acerca de una persona con ese problema específico. Y en lugar de decir: “Esta persona debe arrepentirse o ser reprendida,” mejor es decir algo como, “Esto destruirá su vida espiritual y el Señor le ama y quiere liberarle de ese pecado o vicio.” Semejantemente, no mencionar “Satanás,” el “Diablo,” etc. – sino referirse a las fuerzas de la oscuridad en términos muy vagos y oblicuos.
• No trate de mostrar cuanto usted ha leído en libros con relación al tema o al pasaje
• No critique otro pastor por nombre, y evite criticar otra iglesia por nombre en los cultos.
• No hay necesidad de gritar, ni golpear el púlpito, ni tirar las cosas. El Presbiterio a menudo corrige a los pastores que obtienen una reputación de “gritones” todo el tiempo en sus mensajes. El Señor no necesita esto – Su Palabra es poderosa por sí misma.
• Por supuesto, nosotros sólo predicamos de la Biblia. Nosotros no seguimos la tendencia de otras iglesias que como predicar de otros libros (como “Una Vida con Propósito” ni “El Señor de los Anillos” ni ningún otro)
• Evitar introducir ideas nuevas radicales, nuevas revelaciones, fechas para el Rapto, o algo extremo en el mensaje. Eso es innecesario.
ACONSEJANDO Y PREDICANDO
Generalmente hablando, el predicador puede hacer tres cosas relacionadas con el consejo: (1) puede cerrar la puerta; (2) puede abrirle la puerta a esta actividad; y (3) puede reducir la necesidad para aconsejar.
Hay dos factores que determinan si la predicación abre o cierra la puerta al aconsejamiento: (1) la actitud del pastor, y (2) el contenido de su predicación. La actitud del pastor que se proyecta en su predicación determina en gran parte la cantidad de consejo que él dará. Si en su predicación su actitud es dura, fría, y propensa a criticar, sus oyentes inmediatamente sentirán que él no es la clase de persona a quien ellos pueden comunicarle los aspectos más íntimos de sus vidas. (Por supuesto, la actitud del pastor se revela en sus relaciones, además de la predica ción, pero en ninguna más claramente que en ésta). Si por el otro lado, su predicación revela simpatía, ternura y en tendimiento, sus feligreses sentirán que pueden hablarle sobre cualquier clase de problema, sabiendo que él los aceptará. Lamentablemente, algunos pastores comparan la amabilidad con la debilidad y sienten que esta actitud es una negación de las demandas del evangelio. Sin embar go, un examen de la predicación de Jesús desvanecerá esta creencia porque el Nuevo Testamento claramente deja ver que la verdad más cortante es el amor.
El contenido de la predicación tiene la tendencia de determinar la cantidad de consejo que dará el pastor a su feligrés. Si la predicación es severa y crítica (sobre la ley) alejará a los feligreses del pastor; si es compasiva (llena de gracia) los unirá a él. Jackson dice:
Cuando sus palabras desde el púlpito son evidentemente el esfuerzo de un pastor que está consciente de las personas, para mediar el amor saludable de Dios, él abrirá las puertas del corazón de las gentes, a la vez que las puertas del cuarto de consulta. Porque la predicación efectiva siempre será una invitación a ir más allá en la exploración de las necesidades personales.
La predicación puede eliminar la necesidad de muchas situaciones de consejo, al ministrar propiamente a las necesidades personales con los recursos del amor y la gracia de Dios. La mejor clase de predicación demuestra como la zafia entre la debilidad de la humanidad y las normas de la Deidad pueden salvarse por el puente de la gracia. Así que la predicación es tanto una confrontación como una mediación que son dos elementos presentes en una relación consejera sana.
Esto no quiere decir que la predicación puede eliminar la necesidad de todo consejo. Sólo quiere decir que la clase de problemas que pueden ser resueltos por la predicación deben ser resueltos de ese modo.











ZAUDITH ALABA AL SEÑOR

ZAUDITH ALABA AL SEÑOR

LINEY CASTRO PEÑA-HERMANA DE ZAUDITH DA GRACIAS A DIOS.

LINEY CASTRO PEÑA-HERMANA DE ZAUDITH DA GRACIAS A DIOS.









LAURA Y LUIS GUILLERMO GALEZZO SOBRINOS DE ZAUDITH TAMBIEN LE DAN LA GLORIA A DIOS

LAURA Y LUIS GUILLERMO GALEZZO SOBRINOS DE ZAUDITH TAMBIEN LE DAN LA GLORIA A DIOS




ELIECER NUÑEZ-CILIA PEÑA, TIOS DE ZAUDITH ALABANDO AL DIOS ALTISIMO

ELIECER NUÑEZ-CILIA PEÑA, TIOS DE ZAUDITH ALABANDO AL  DIOS ALTISIMO

PEDRO NELPEÑA DORMELINA CABRALES LINEY PEÑA CABRALES ALFONSO CASTRO PEÑA ADRIANA ALZATE

PEDRO NELPEÑA DORMELINA CABRALES LINEY PEÑA CABRALES ALFONSO CASTRO PEÑA ADRIANA ALZATE














































UNIDOS EN UN MISMO SENTIR-CLAMANDO Y PROCLAMANDO

UNIDOS EN UN MISMO SENTIR-CLAMANDO Y PROCLAMANDO
VECINOS-FAMILIA












SEGUNDA VIGILIA

SEGUNDA VIGILIA
FAMILIA BENDECIDA





PRIMERA VIGILIA

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ZAUDITH CASTRO PEÑA

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ROSIRIS PEÑA CABRALES, UNA MADRE AFLIGIDA, CONVOCA A FAMILIARES AMIGOS Y VECINOS DE SU HIJA ZAUDITH CASTRO PEÑA UNA JOVEN DE 26 AÑOS A QUIEN LE FUERA DIAGNOSTICADO UN CARCINOMA DUCTAL POBREMENTE DIFERENCIADO DE TIPO NO ESPECIAL CON UN GRAVE PRONOSTICO, A SERVICIOS DE VIGILIAS Y ORACIONES INICIALMENTE EN SU RESIDENCIA, POSTERIORMENTE EN VARIAS RESIDENCIAS DE FAMILIARES Y VECINOS, SINTIENDO UN TREMENDO GOZO AL VER LAS MANIFESTACIONES DE SOLIDARIDAD, AMISTAD Y APRECIO GLORIFICANDOSE ASI EL NOMBRE DEL SEÑOR. GRACIAS DIOS. BENDICELOS A TODOS!



ZAUDITH CASTRO EN SU PRIMERA OPERACION

ZAUDITH CASTRO EN SU PRIMERA OPERACION

ROSIRIS PEÑA CABRALES-MADRE DE ZAUDITH

ROSIRIS PEÑA CABRALES-MADRE DE ZAUDITH




HERMANA BLANCA TORRES

HERMANA BLANCA TORRES
Madre espiritual de Zaudith Castro Peña-Una gran guerrera

FAMILIA UNIDA

FAMILIA UNIDA
Clamor unificado

ZAUDITH

ZAUDITH
Alabando al Señor-Confiando solo en El






ABUELITOS, CUÑADOS, TIOS, PRIMOS-VECINOS

ABUELITOS, CUÑADOS, TIOS, PRIMOS-VECINOS
Todos unidos en un mismo sentir