SILENCIO E INDIFERENCIA SIMBOLOS DE AGRESION

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SILENCIO E INDIFERENCIA GENERADORES DE VIOLENCIA

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domingo, 20 de diciembre de 2009

EZEQUIEL 34: 1 AY DE LOS PASTORES DE ISRAEL QUE SE APACIENTAN A SI MISMOS

AMONESTACION PARA LOS PASTORES Y ESPERANZA PARA LAS OVEJAS MALTRATADAS:

Ezequiel 34:1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

Ezequiel 34:2 Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños?

Ezequiel 34:3 COMEIS LA GROSURA, Y OS VESTIS DE LA LANA; LA ENGORDADA DEGOLLAIS, MAS NO APACENTAIS A LAS OVEJAS.

Ezequiel 34:4 NO FORTALECISTEIS A LAS DEBILES, NI CURASTEIS LA ENFERMA; NO VENDASTEIS LA PIERNIQUEBRADA, NO VOLVISTEIS AL REDIL LA DESCARRIADA, NI BUSCASTEIS LA PERDIDA, SINO QUE OS HABEIS ENSEÑOREADO DE ELLAS CON DUREZA Y CON VIOLENCIA.

Ezequiel 34:5 Y ANDAN ERRANTES POR FALTA DE PASTOR, Y SON PRESAS DE TODAS LAS FIERAS DEL CAMPO, Y SE HAN DISPERSADO.

Ezequiel 34:6 ANDUVIERON PERDIDAS MIS OVEJAS POR TODOS LOS MONTES, Y EN TODO COLLADO ALTO; Y EN TODA LA FAZ DE LA TIERRA FUERON ESPARCIDAS MIS OVEJAS, Y NO HUBO QUIEN LAS BUSCASE, NI QUIEN PREGUNTASE POR ELLAS.

Ezequiel 34:7 Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová:

Ezequiel 34:8 Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas;

Ezequiel 34:9 por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová.

Ezequiel 34:10 Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida.

Ezequiel 34:11 Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.

Ezequiel 34:12 Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad.

Ezequiel 34:13 Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país.

Ezequiel 34:14 En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel.

Ezequiel 34:15 Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor.

Ezequiel 34:16 Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia.

Ezequiel 34:17 Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo juzgo entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos.

Ezequiel 34:18 ¿Os es poco que comáis los buenos pastos, sino que también holláis con vuestros pies lo que de vuestros pastos queda; y que bebiendo las aguas claras, enturbiáis además con vuestros pies las que quedan?

Ezequiel 34:19 Y mis ovejas comen lo hollado de vuestros pies, y beben lo que con vuestros pies habéis enturbiado.

Ezequiel 34:20 Por tanto, así les dice Jehová el Señor: He aquí yo, yo juzgaré entre la oveja engordada y la oveja flaca,

Ezequiel 34:21 por cuanto empujasteis con el costado y con el hombro, y acorneasteis con vuestros cuernos a todas las débiles, hasta que las echasteis y las dispersasteis.

Ezequiel 34:22 Yo salvaré a mis ovejas, y nunca más serán para rapiña; y juzgaré entre oveja y oveja.

Ezequiel 34:23 Y levantaré sobre ellas a un pastor, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor.

Ezequiel 34:24 Yo Jehová les seré por Dios, y mi siervo David príncipe en medio de ellos. Yo Jehová he hablado.

Ezequiel 34:25 Y estableceré con ellos pacto de paz, y quitaré de la tierra las fieras; y habitarán en el desierto con seguridad, y dormirán en los bosques.

Ezequiel 34:26 Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán.

Ezequiel 34:27 Y el árbol del campo dará su fruto, y la tierra dará su fruto, y estarán sobre su tierra con seguridad; y sabrán que yo soy Jehová, cuando rompa las coyundas de su yugo, y los libre de mano de los que se sirven de ellos.

Ezequiel 34:28 No serán más por despojo de las naciones, ni las fieras de la tierra las devorarán; sino que habitarán con seguridad, y no habrá quien las espante.

Ezequiel 34:29 Y levantaré para ellos una planta de renombre, y no serán ya más consumidos de hambre en la tierra, ni ya más serán avergonzados por las naciones.

Ezequiel 34:30 Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor.

Ezequiel 34:31 Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor.

DEL ABUSO Y LA PERSECUSION EN LAS CONGREGACIONES

Esto es lo que sucede muy a menudo en la mayoría de congregaciones cristianas. Pueden ser varios los motivos, pero si éstos se presentan por no sujetarte a los preceptos, doctrinas, tradiciones que se enseñan, hay que ver por qué no las aceptas o crees.

Es muy común que la gente asista a las congregaciones, participe en ellas aun cuando solo con su presencia, escuche el mensaje del predicador en turno y se vaya a su casa creyendo fielmente lo que se predicó.

Cuando te atreves a comprobar por ti mismo en la Biblia lo que te enseñaron bajo la guía del Espíritu Santo, te encontrarás con que muchas enseñanzas, no encajan con las escrituras, es decir, no ves congruencia, vas con la duda a preguntar a tus líderes espirituales de la Iglesia donde asistes, y muchos (no todos) no tendrán paciencia para explicarte las cosas, se molestarán por poner en duda sus interpretaciones bíblicas, dicen que estás tergiversando lo escrito en la Biblia, que ellos tienen la interpretación correcta porque ellos son los líderes del lugar, o por sus cargos de Pastores, ministros, sacerdotes, reverendos, obispos, que solo a ellos los respalda Dios, que Dios dirige su Iglesia a través de ellos porque son sus líderes, y que solo ellos tienen la unción del espíritu Santo por el cargo que ostentan pero que tal vez ellos mismos se han auto denominado sin tener en cuenta el llamado Divino.

Si no aceptas su dichos (muchos de ellos son legalismos), doctrinas, tradiciones, formas de vestir, terminan llamándote, rebelde, insujeto, hereje, hasta blasfemo, y si no te corriges aplican castigos como quitarte del ministerio que desarrollabas en la Iglesia según tus dones, te hacen la ley de hielo, te maltratan espiritualmente haciéndote menos y bombardeándote desde el púlpito señalándote directa o indirectamente tus errores.

El abuso llega a tal grado que terminan expulsándote de la congregación y si no simplemente con su "maltrato santo" esperan con te salgas voluntariamente.

Jesús dice : Yo soy el buen pastor, y, Todos los que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes (Jn. 10,8) hay que partir de una página del profeta Ezequiel acerca de los pastores de Israel a la cual el mismo Jesús ciertamente quiso referirse.

El mundo antiguo estaba lleno de pastores: pastores reales hacían esta profesión tan familiar e importante; pastores además se llamaban los jefes, reyes, sacerdotes. Pero, ¿qué respondía a estos títulos? Lo dice precisamente el profeta Ezequiel en un duro reproche contra los jefes políticos y religiosos del pueblo elegido (los pastores de Israel): Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos.

¿Acaso los pastores no deben apacentar el rebaño? Pero ustedes se alimentan, con la leche, se visten con la lana, sacrifican a las ovejas más gordas y no apacientan el rebaño. No han fortalecido a la oveja débil, no han curado a la enferma, no han vendado a la herida, no han hecho volver a la descarriada, ni han buscado a la que estaba perdida.

AL CONTRARIO, LAS HAN DOMINADO CN RIGOR Y CRUELDAD; ELLAS SE HAN DISPERSADO POR FALTA DE PASTOR Y SE HAN CONVERTIDO EN PRESA DE TODAS LAS BESTIAS SALVAJES. MIS OVEJAS SE HAN DESBANDADO. (Ez. 34,1-5).

Es ésta una relación de dominación y de explotación: Explotar a los súbditos todo lo posible, como se exprime de las ovejas la leche, la lana y la carne dejándolas lo más posible “ovejas”, es decir, débiles, enfermas, heridas y sobre todo dispersas, es decir, divididas entre sí para poder dominarlas fácilmente con crueldad y violencia, como dice el profeta.

Jesús en su tiempo constataba amargamente ésta realidad trucha del dominio que se anida en todo poder humano. Decía: Los reyes de los pueblos (es decir, los pastores) mandan sobre ellos y los que ejercen autoridad se hacen llamar por añadidura también bienhechores ( Lc. 22,25).

Jesús habla de falsos pastores humanos, con mucha claridad: son mercenarios; NO LES IMPORTA NADA DE LAS OVEJAS; ANTE EL PELIGRO HUYEN Y DEJAN QUE LAS OVEJAS SE DESBANDEN.( Jn. 10,12).

Dios nunca renunció a su título de pastor como no renunció al título de “rey”.Hablando por boca del profeta Ezequiel, después
añade: YO MISMO VOY A BUSCAR A MI REBAÑO Y ME OCUPARE DE EL. COMO UN PPASTOR SE OCUPA DE SU REBAÑO ASI YO ME OCUPARE DE MIS OVEJAS Y LAS RECOGERE DE TODOS LOS LUGARES DONDE SE HABIAN DISPERSADO. SUSCITARE AL FRENTE DE ELLAS A UN SOLO PASTOR Y EL LAS APACENTARA.(Ez. 34,11-12.23).

Jesús, viniendo al mundo se presentó como aquel pastor prometido de Dios con todas sus características. El conoce y ama a sus ovejas; las llama por su nombre; para él ellas no son números, sino personas amigas. Él las pastorea, las defiende, les da -no les quita- la vida; busca a la descarriada y la reconduce al redil entre fiesta. Reúne a las dispersas.

Jeremías 23-1: ¡AY DE LOS PASTORES QUE DESTRUYEN Y DIPERSAN LAS OVEJAS DE MI REBAÑO! dice Jehová.

Jeremías 23:2 Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: VOSOTROS DISPESASTEISMIS OVEJAS, Y LAS SPANTASTEIS, Y NO LAS HABEIS CUIDADO. HE AQUI QUE YO CASTIGO LAMALDAD DE VUESTRAS OBRAS, dice Jehová.

Jeremías 23:3 Y YO MISMO RECOGERE EL REMANENTE DE MIS OVEJAS DE TODAS LAS TIERRAS DONDE LAS ECHE, Y LAS HARE VOLVER A SUS MORADAS; Y CRECERAN Y SE MULTIPLICARAN.

Jeremías 23:4 Y PONDRE SOBRE ELLAS PASTORES QUE LAS APACIENTEN; y NO TEMERAN MAS, NI SE AMEDRENTARAN, NI SERAN MENOSCABADAS, dice Jehová.

Sofonías 3:13 El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice.

1. El único Pastor de la Iglesia

Ahora que Jesús no está visiblemente con nosotros, ¿quién nos reúne, nos guía y nos defiende?

Cuando Juan escribe su evangelio e inserta en él esta magnífica alegoría del Buen Pastor con los elementos redaccionales del profeta Ezequiel, ya la Iglesia desparramada en los principales centros del imperio romano tenía su organización, al menos elemental: cada comunidad era regida por un pastor u obispo, entre ellos Pedro, a quien Jesús encomendara junto al lago de Tiberíades la misión de «apacentar el rebaño». Pero también habían surgido ya ciertas disensiones que pronto darían origen a ciertas herejías, poniéndose en peligro la unidad de la Iglesia.

El relato de Juan es sumamente oportuno porque la situación de su época se repetirá muchas veces en la historia y se puede repetir hoy: ¿quién es el auténtico pastor que guía a la comunidad cristiana? La respuesta es una sola: Cristo es el único pastor de la comunidad cristiana.

Antes de reflexionar sobre lo que esto significa, observemos un detalle que se nos manifiesta en la primera lectura, extractada de los Hechos. A pocos días de Pentecostés, Pedro y Juan curan a un paralítico que todos los días pedía limosna a la entrada del templo. Grande era la desgracia del pobre hombre, ya que la parálisis le venía desde su nacimiento, y escasísimas esperanzas tenía de curación.

Como de costumbre, al ver a Pedro y a Juan que subían al templo para hacer oración, pide una limosna. Pedro le responde: «No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesús Nazareno, ponte a andar.» El hombre se levantó, se puso a caminar y entró con los dos apóstoles al templo para dar gracias a Dios.

Todo el mundo se asombró del suceso y, entonces, Pedro aprovecha para testimoniar su fe ante el pueblo. Todavía estaba hablando cuando los guardias los toman presos y los conducen ante las autoridades judías. Y Lucas nos da el motivo del apresamiento: los jefes judíos estaban molestos porque Pedro testimoniaba la resurrección de Jesús y la de los muertos. Los saduceos, que formaban la casta dirigente, no aceptaban semejante doctrina. Y ante ellos declara Pedro sin ambigüedades que "este hombre está sano delante de vosotros por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, al que crucificasteis y al que Dios resucitó de entre los muertos".

Este testimonio de Pedro tiene otro valor importante: él, que había sido constituido por Jesús como el cuidador de la comunidad. no se engolosina con la curación realizada. Quien ha curado al enfermo -a esa oveja perdida y abandonada por todos- es el mismo Cristo, que sigue actuando en medio de su pueblo. El buen pastor -como decía Ezequiel- «ha curado a la oveja perdida y sanado a la enferma».

En otras palabras: Jesús está presente desde el momento en que un hombre enfermo ha sido curado en su nombre; es decir, con su fuerza y poder. También es significativo el testimonio de pobreza de Pedro, en un momento como hoy en que tanto se habla y especula con las riquezas de sus sucesores. La única riqueza de Pedro es Cristo, y todo lo que hace viene del poder de Cristo...

"Yo soy el buen pastor", nos dice Jesús. La palabra «buen», más que indicar una cualidad moral, significa aquí: yo soy el auténtico pastor, el único, el verdadero. Con esto, el evangelio no pretende eliminar toda autoridad en la Iglesia, pero dirige nuestra mirada al fundamento y centro de la comunidad: Jesucristo. Aceptar la resurrección de Jesús es aceptarlo como quien guía a la comunidad.

A menudo sucede que tenemos diferencias de opiniones con algún pastor y estas diferencias influyen demasiado sobre nuestra vida de fe. Tambien el pastor y sus líderes, están bajo el cayado del único pastor, y la fe cristiana es afirmación de Jesucristo como único Señor, oponiéndose por lo tanto a toda forma de culto a la autoridad.

De no ser así, transformamos automáticamente a la Iglesia en un comité o en un simple órgano burocrático, cuando no en una trastienda donde se juegan oscuros hilos de poder. De todo ello nos da testimonio la historia.

También es cierto que Jesús no nos habla desde las nubes o desde un trono celestial, sino que su palabra nos llega a través de sus testigos, y su oficio de pastor lo ejerce a través de otros hombres a quienes llamamos tambien «pastores» porque participan del oficio pastoral de Jesucristo.

Bien nos dice Pablo que Dios constituyó a unos como apóstoles, a otros como profetas o maestros, pero todos ellos están al servicio del bien de la comunidad.

Si Jesús es el buen pastor, significa que hay también falsos pastores. El texto de Juan nos señala las características del buen pastor, para que la comunidad sepa reconocerlo, y al reconocerlo, encontrarse con Cristo.

2. Las características del Buen Pastor

Primera característica: «El buen pastor da la vida por sus ovejas... El Padre me ama porque doy mi vida... Nadie me la quita sino que la doy por mí mismo... El asalariado, en cambio, el que no es pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.»

Por su parte, el profeta Ezequiel describe a los falsos pastores que «no han fortalecido a las ovejas más débiles ni cuidado de la enferma ni curado a la herida ni buscado a la descarriada, sino que las han dominado con violencia y dureza. Y ellas se han dispersado y han caído en manos de los animales salvajes... Mi rebaño anda errante por las colinas y nadie se ocupa de buscarlo. . . ».

El pastor, como todo auténtico jefe o líder, «se juega la vida por los suyos»: habla por el que no puede hablar, defiende al injustamente acusado, denuncia al opresor y cada día pone a precio su cabeza por salvar la cabeza de los otros.

Duro oficio, entonces... Se exige valentía, entrega incondicional y amor entrañable a la comunidad, este oficio los pastores, han de ejercerlo con fidelidad especial.

Si observamos con detenimiento, veremos que cada uno de nosotros siempre tiene a su lado a alguien más débil, indefenso o necesitado. Pueden ser nuestros hijos o nuestros padres ancianos, un amigo, un vecino o un grupo de alumnos o compañeros de trabajo. Donde hay un hombre o una mujer que se compromete a fondo perdido por sus hermanos, allí está el Buen Pastor.

Creer, por lo tanto, en la resurrección de Jesús es aceptar este papel arriesgado de cuidar a los demás. Mas, ¿cómo podrá creer el mundo en la resurrección si pasamos de largo ante el paralítico que nos tiende su mano, si callamos ante el hermano calumniado, si apoyamos con el silencio la injusticia del más fuerte?

La historia nos muestra algo digno de tenerse en cuenta: el pueblo no se fija en el título de una persona para seguirlo...; se fija en su actitud de entrega y en su desinterés. Ni siquiera piensa en su religión, porque no hay mayor testimonio divino que el de la entrega de la propia vida por los demás.

Cuando pensamos en el evangelio, muchas veces creemos que sólo se refiere a gestos heroicos, propios de «los grandes personajes». Es un error. Si hacemos ahora un breve examen de conciencia descubriremos dentro de nosotros mismos a ese pastor opresor que se aprovecha del más débil y que en el momento crítico esconde su cobardía bajo un cúmulo de excusas.

Pensemos seriamente: ¿No hemos abandonado a más de un amigo, justo en el momento en que más necesitaba de nosotros? ¿No hemos aprovechado la oportunidad de ver al otro en inferioridad de condiciones para sacar ventaja de su debilidad, o, como decimos vulgarmente, para hacer leña del árbol caído?

Jesús es claro en su afirmación: él está allí donde alguien «da la vida» por el otro. El «recobró la vida» -o sea, resucitó- porque antes la entregó. Ese fue "el mandato del Padre".

Nadie hubiera creído en Cristo si hubiera huido cobardemente como huyeron los apóstoles en la noche de Getsemaní. Por eso Jesús le exigió a Pedro -como condición para ejercer su oficio pastoral- una triple afirmación de fe que, como le anticipó Jesús, terminaría en el martirio.

Segunda característica: «Conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen a mí, como el Padre me conoce y yo conozco al Padre.» ¿Qué significa esto de que el auténtico pastor conoce a sus ovejas?

En el Evangelio de Juan, «conocer a alguien» es mucho más que saber que Fulano es mi vecino y cuál es su nombre y apellido. Juan habla de un conocimiento interpersonal, surgido del diálogo o encuentro con el otro, de un compartir su dolor y su drama. Es el conocimiento que implica una comunidad de vida.

Así lo describe el profeta Ezequiel: «Yo mismo cuidaré y velaré por mi rebaño, lo buscaré por los lugares por donde anda disperso en los días de tormenta, lo apacentaré con buenos pastos y lo llevaré a descansar... Y haré con él una alianza de paz: Yo estoy con ellos y ellos son mi pueblo.»

El auténtico pastor no se queda encerrado en su oficina o en su casa, ni recibe a los suyos después de largas antesalas. No duerme más de la cuenta, está siempre despierto y atento a las necesidades de los demás. Sale de sí mismo, trata de mirar con ojos distintos, de descubrir qué anda mal y qué se puede mejorar o cambiar. No espera a ser llamado: acude allí donde alguien lo necesita. Por eso conoce a los suyos: porque vive y comparte su situación, su necesidad, su miseria, su enfermedad, su ignorancia o su debilidad.

Tampoco se siente distinto ni busca motivos de distinción o privilegio; se siente parte del pueblo y miembro activo de la comunidad; acorta las distancias, dialoga con el pueblo con simplicidad y sin aires de doctor. Bien lo dice el Señor: «Yo estoy con ellos y ellos son mi pueblo.»

Por todo esto el rebaño reconoce pronto al auténtico pastor: porque lo ve con él, actuando, trabajando, pensando, tomando iniciativas o escuchando con comprensión. De todo ello surge un nuevo concepto de comunidad cristiana: se trata de un grupo integrado, donde se respeta la personalidad de todos y donde todos trabajan por el mismo objetivo. No es una sociedad anónima ni una multinacional bancaria. Es un grupo que se conoce en ese diario compartir las mismas inquietudes con absoluto desinterés lucrativo. Si tomáramos este evangelio en serio, descubriríamos que podemos estar a mil millas de su espíritu. ¡Cuánta distancia entre lideres,ministros y pastores, cuánto secreto y misterio en los asuntos divinos, cuánto protocolo inútil!

Deberían bastarnos estas pocas líneas de Juan para afrontar una profunda reforma de nuestra comunidad, para que sea menos masa, para que desaparezca el frío anonimato, para que cada uno pueda ocupar un lugar.

Lo importante no es que el pastor conozca a todas las ovejas del rebaño de Dios, cosa que hoy es prácticamente imposible, sino que nos integremos en grupos comunitarios que verdaderamente estén encarnados en la vida social de nuestro pueblo. El pastor podrá ser el vínculo de unidad y un signo más público de actitud servicial; pero toda la comunidad ha de sentirse integrada en este oficio pastoral de Jesucristo.

El trasfondo de esta imagen del pastor hay que encontrarlo en el mismo Antiguo Testamento. Quienes se hicieron llamar pastores, en realidad hicieron el papel de lobos para el rebaño. Tomemos a Jeremías 23,1-5 y leámoslo en paralelo con el evangelio de hoy.

El profeta denuncia con palabras de Jehová el descuido y la irresponsabilidad de aquellos pastores que en lugar de mantener las ovejas unidas, las dispersaron; en lugar de defenderlas, las devoraron; en lugar de apacentarlas, las sacrificaron; en fin, pastores que no fueron capaces de jugarse la vida por sus ovejas. «pastores según el corazón de Dios» serán como Jesús, que da la vida por sus ovejas. Y Jesús es modelo de pastor para todos (¡y todas!), porque todos (¡tal vez sobre todo todas!) tenemos una parcela u otra de la vida bajo nuestro cuidado, bajo nuestro pastoreo. Todos tenemos alguna persona, de alguna manera, encomendada a nuestra atención.

Tercera característica: «Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.» El auténtico pastor no se cierra en su corralito amurallado; no piensa solamente en los de dentro. Tiene, en cambio, un corazón amplio, abierto, pluralista. No se siente dueño de sus ovejas sino el servidor de todos aquellos hombres que buscan la verdad.

Jesús distingue entre redil y rebaño. El rebaño es la comunidad universal de los hombres que está invitada a vivir el Evangelio; el redil es la pequeña comunidad local integrada por un limitado número de personas.

El evangelio nos sacude de cierto "nacionalismo" cristiano que considera a Cristo como a su propiedad privada, como si lo hubiera contratado para uso personal y exclusivo. Jesús, en cambio, no se cierra a los de afuera ni les cierra las puertas. No es un fanático que busca enemigos para liquidarlos ni el individualista que sólo piensa en su pequeño grupo.

A menudo los cristianos hemos olvidado esta tercera característica del buen pastor y, por lo tanto, de toda la comunidad cristiana. Con qué frecuencia cada uno sólo piensa en su congregación???

Así, frente a los no cristianos, e incluso frente a cristianos de otras localidades, asumimos una postura rígida, como si fuésemos los únicos poseedores de la verdad, más dispuestos a echar reproches o a condenar que a pensar -al menos un momento- que todos ellos «oirán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor».

Creer en Cristo resucitado es aceptar este espíritu amplio, que no puede ser encerrado en las fronteras de una nación, de una cultura o de una raza. El hombre nuevo de la Pascua está allí donde alguien deja de considerar a su hermano como a un extranjero. Tampoco Jesús habla de la «conquista» de los de fuera, ni menos de imponer su evangelio por la violencia. Sí habla de los que «oirán su voz»: esa voz que arroja luz en la vida, que insinúa esperanza, que tiende la mano y que perdona.

Pero -volviendo a un característico pasaje de Pablo- ¿cómo oirán esa voz si no es anunciada? A veces existe en nuestras comunidades cierto mutismo que llama poderosamente la atención, como si en este siglo los cristianos no tuviéramos nada que decirle a la humanidad, como si se hubiera agotado nuestra fuente de vida o nuestro testimonio evangelizador.

Pero alguien de vosotros podrá decir: ¿Cómo anunciaremos la voz de Cristo si nosotros mismos la desconocemos o no estamos suficientemente convencidos?

Las notas de los Malos Pastores que dio Cristo son éstas:

1) No son de ellos las ovejas;

2) no las conocen una a una por su nombre;

3) ellas no los siguen y se apartan de ellos;

4) no les importa mucho de las ovejas;

5) si ven venir al lobo, disparan;

6) lo que quieren es medrar o lucrar con las ovejas y aun a costa de ellas;

7) no hay el menor peligro que vayan a morir por sus ovejas.

Y en otro lugar dijo que en el fondo son ladrones, que no entran en el redil por la puerta sino saltando la ventana, y que son como lobos disfrazados de ovejas -o de carneros-; aludiendo a la costumbre de los pastores palestinos de ponerse una chaqueta de piel de oveja (zamarra) para hacerse seguir por el olor.

El se puso la zamarra de nuestra carne para que lo siguiéramos; pero en El no era disfraz, era realidad. El Mundo, que es el Mal Pastor por antonomasia, cuando usa palabras cristianas, fórmulas religiosas o chácharas altisonantes, es el gran lobo con piel de oveja .

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LINEY CASTRO PEÑA-HERMANA DE ZAUDITH DA GRACIAS A DIOS.

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LAURA Y LUIS GUILLERMO GALEZZO SOBRINOS DE ZAUDITH TAMBIEN LE DAN LA GLORIA A DIOS

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ELIECER NUÑEZ-CILIA PEÑA, TIOS DE ZAUDITH ALABANDO AL DIOS ALTISIMO

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