SILENCIO E INDIFERENCIA SIMBOLOS DE AGRESION

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SILENCIO E INDIFERENCIA GENERADORES DE VIOLENCIA

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lunes, 14 de diciembre de 2009

LA DISCIPLINA DE DIOS Y EL SIGNIFICADO DE SER SALVO

¿Cuándo, por qué, y cómo nos disciplina Dios, cuando pecamos?

La disciplina del Señor es un hecho con frecuencia ignorado en la vida de los creyentes. Frecuentemente lamentamos nuestras circunstancias sin darnos cuenta de que éstas son las consecuencias de nuestro propio pecado, y que son parte de la gracia y amorosa disciplina del Señor por ese pecado. Esta ignorancia ego-centrista puede contribuir a la formación de hábitos pecaminosos en la vida del creyente, incurriendo entonces, en la necesidad de una disciplina aún mayor.

La disciplina no debe confundirse con un castigo emanado de la dureza del corazón. La disciplina del Señor es una respuesta de Su amor por nosotros, y Su deseo para cada uno de nosotros es que seamos santos. “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de Su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.” (Proverbios 3:11-12). Dios usará pruebas, sufrimientos, y varios predicamentos para traernos arrepentidos, de regreso a Él. El resultado de esta disciplina es una fe reforzada, y una relación con Dios renovada (Santiago 1:2-4), sin mencionar la destrucción del poder que ese pecado en particular tenía sobre ti.

Si continúa la falta de arrepentimiento, el hábito, o una pecaminosidad “severa,” con frecuencia requerirá de un trato más severo. No perderás las recompensas que ganaste mientras estabas en el mundo, pero podrías ¡no estar más en el mundo! Lee lo que dice 1 Corintios 10:6-10, 1 Corintios 11:28-30, 1 Juan 5:16-17 y el relato sobre Ananías y Safira en Hechos 5. En cada uno de estos casos, el pecado resultó en muerte. Esto es extremo, pero definitivamente es algo que debemos considerar, antes de acostumbrarnos al pecado.

La disciplina del Señor trabaja para nuestro propio bien, para que Él pueda ser glorificado en nuestras vidas. El quiere que exhibamos vidas de santidad, vidas que reflejen la nueva naturaleza que Dios nos ha dado: “…como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como Aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo.” (1 Pedro 1:1-16). Si pecamos sin arrepentirnos, podemos esperar el ser disciplinados. La penuria de la disciplina, sin embargo, es como la formación de un diamante en bruto, para que seamos refinados y fortalecidos. El ignorar la disciplina del Señor y continuar en pecado, llevará a más disciplina, mayor sufrimiento y por último aún la muerte.

¿Puede una persona salva llegar a perderse?

Puede un cristiano, una persona que ha recibido a Jesucristo como Salvador personal, pecar a tal grado que pierda su salvación, vaya al infierno o al Hades al morir y eventualmente sea enviada al lago de fuego en el juicio del gran trono blanco?” Esa pregunta (hecha por Robert Glenn Gromacki, Salvation is Forever, Chicago: Moody Press, 1973, p. 9) adquiere un enfoque más claro si primero respondemos a otras dos preguntas: (1) ¿Qué significa estar perdido? (2) ¿Qué significa ser salvo?

¿QUÉ SIGNIFICA ESTAR PERDIDO?

Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10). ¿Qué significa ser un pecador perdido y culpable ante los ojos de Dios? ¿Por qué es que el que no es cristiano está bajo la ira de Dios? (Juan 3:36).

La razón esencial por la que todos nosotros fuimos una vez pecadores perdidos y culpables bajo la ira de Dios es nuestra relación al pecado - cualquier falta de conformidad al carácter y la voluntad de Dios. ¿Somos pecadores porque pecamos o pecamos porque somos pecadores? Los dos son cierto. La Biblia dice que todos somos culpables de actos y actitudes personales de pecado (Romanos 3:23; compare con 3:10-18; Marcos 7:20-23). También indica que somos culpables porque nacemos con una naturaleza pecaminosa (Salmos 51:5), esencialmente heredada de nuestro padre ancestral, Adán. La Biblia aún demuestra que Dios considera que toda la humanidad pecó cuando Adán cometió el pecado original (Romanos 5:12).

El castigo resultante de nuestro pecado es la muerte - muerte física (la separación de el alma del cuerpo), la cual afecta a la humanidad como resultado del pecado de Adán cargado a nuestra cuenta (Romanos 5:12-14); muerte espiritual (la separación del alma de Dios), una condición transmitida a nosotros desde Adán a través de nuestros antepasados (Efesios 2:1, 5); y muerte eterna (la culminación y la extensión de la muerte espiritual), la separación eterna del alma de Dios en el lago de fuego (Apocalipsis 20:14). La Escritura describe nuestra condición antes de creer en Jesucristo como estar bajo la ira de Dios: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).

¿QUÉ SIGNIFICA SER SALVO?

“La salvación es de Jehová” (Jonás 2:9). Es algo tanto negativo como positivo (Colosenses 1:13), ya que somos salvos de una condición de perdición (nuestros pecados son perdonados), y somos puestos en una condición de salvación que provee al creyente con varias docenas de bendiciones positivas en el momento en que confiamos en Cristo. Estas bendiciones son muy inclusivas, ya que nuestra “salvación incluye todas las garantías divinas para el creyente, desde su liberación del estado de perdición hasta su presentación final en la gloria hecho conforme a la imagen de Cristo” (L.S. Chafer, Teología Sistemática, Publicaciones Españolas, 1986). Pablo declara que Dios ya nos ha bendecido con toda bendición espiritual en Cristo (Efesios 1:3).

Algunas de las principales bendiciones de la salvación son: la regeneración, la cual es una obra instantánea del Espíritu Santo al originar en el pecador creyente una nueva naturaleza al punto de transformarlo de un estado de muerte espiritual a uno de vida espiritual (compare Juan 3:5, 10:10, 28; 1 Juan 5:11-12); la justificación, por la cual Dios declara al creyente justo en virtud de que está revestido de la justicia de Cristo (Romanos 3:21-26); la libertad del dominio y la dominación del pecado (Romanos 6:2-14); el ser dado como un regalo de parte del Padre al Hijo (Juan 17:2-24); ser colocado como un miembro en el cuerpo espiritual de Cristo, la iglesia (1 Corintios 12:13); y muchísimos otros actos positivos de Dios que tendrían que dar marcha atrás si es que una persona salva pudiera llegar a perderse.

¿PUEDE UNA PERSONA SALVA LLEGAR A PERDERSE OTRA VEZ?

¿Puede un cristiano perder su salvación? ¿Puede una persona una vez que ha sido salva y que ha recibido el regalo gratuito de Dios de la vida eterna y que ha nacido en la familia de Dios, volver otra vez de forma exacta y completa a la posición de pecador perdido y culpable a los ojos de Dios? ¡Claro que no! La naturaleza misma de la vida espiritual que ha sido recibida - eterna - y la Fuente y el Agente Divino de esa vida - Dios - impiden que se llegue a la conclusión que una persona salva pueda llegar a perderse otra vez.

A veces a la doctrina bíblica que una persona que ha recibido a Jesucristo, que ha nacido en la familia de Dios, y que ha sido justificado por la fe, nunca jamás puede perderse otra vez, se le llama seguridad eterna. Otros se refieren a ella como la perseverancia de los santos porque la seguridad de nuestra salvación no se apoya en nosotros sino en Dios - está basada en la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¿CUÁL ES LA OBRA DEL PADRE EN LA SEGURIDAD ETERNA DE NUESTRA SALVACIÓN?

La seguridad eterna de los creyentes se apoya en el propósito del Padre al escogernos para salvación en la eternidad pasada y predestinarnos para ser hijos en Jesucristo (Efesios 1:4-5). Además, se nos promete que el poder de Dios nos mantedrá seguros en nuestra salvación (Romanos 8:28-30), porque aquellos que el Padre conoció de antemano, predestinó, llamó (efectualmente para salvación, compare 1 Corintios 1:21-24), y justificó son los mismos que El glorificó (Pablo usa el tiempo pasado ya que a la vista de Dios es un hecho que un día seremos hechos conforme a la imagen de Cristo en el cielo). Además, Jesucristo garantizó que estamos seguros en Su mano y en la del Padre, así que El mantedrá seguro a todo el que haya recibido el regalo de la vida eterna (Juan 10:28-29).

¿CUÁL ES LA OBRA DEL HIJO EN LA SEGURIDAD ETERNA DE NUESTRA SALVACIÓN?

Nuestra seguridad se apoya en la muerte y en las oraciones de Jesucristo. El nos ha redimido (Efesios 1:7) y ha removido la ira de Dios de sobre nosotros (Romanos 3:25) para que podamos ser justificados (Romanos 5:1), perdonados (Colosenses 2:13) y santificados (1 Corintios 1:2).

Además, “el ministerio actual de Cristo en el cielo orando por los Suyos consiste en dos aspectos: un ministerio preventivo (intercesión) y un ministerio curativo (abogacía). Su oración en Juan capítulo 17 ilustra el aspecto preventivo. Allí El oró por que seamos protegidos del maligno (v. 15), que seamos santificados (v. 17), que estemos unidos (v. 21), que lleguemos a estar en el cielo con El (v. 24) y que podamos contemplar Su gloria (v. 24). Debido a Su incesante intercesión por nosotros, El puede salvarnos completa y eternamente (Hebreos 7:25)” (Charles C. Ryrie, Teología Básica).

El aspecto curativo del ministerio actual de Cristo se indica en 1 Juan 2:1. Cuando pecamos en calidad de creyentes, El actúa como nuestro Abogado ante el Padre para perdonarnos y limpiarnos de todos nuestros pecados.

¿CUÁL ES LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO EN LA SEGURIDAD ETERNA DE NUESTRA SALVACIÓN?

Por la obra regeneradora del Espíritu Santo hemos recibido vida eterna (Tito 3:5). Cuando confiamos en Cristo el Espíritu Santo dio inicio a un ministerio de habitación eterna en nosotros (Juan 14:17). El fue también el sello que el Padre nos puso como garantía de nuestra herencia futura (Efesios 4:30). Y El nos bautizó en unión con Cristo y en el cuerpo de creyentes (1 Corintios 12:13).

¿PUEDE UNA PERSONA SALVA LLEGAR A PERDERSE?

“Para que un creyente pierda su salvación se necesita un retroceso y un desbaratamiento de todas las obras previas del Padre, del Hijo y del Espíritu. La clave en la discusión de la seguridad del creyente tiene que ver con el asunto de quién es el que salva. Si el hombre es responsable de asegurar su salvación, entonces, puede perderse; si Dios es quien asegura la salvación de la persona, entonces la persona está segura para siempre.” (Paul Enns, The Moody Handbook of Theology, Chicago: Moody Press, 1989, p. 341). “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31; compare vv. 32-39).

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ZAUDITH ALABA AL SEÑOR

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LINEY CASTRO PEÑA-HERMANA DE ZAUDITH DA GRACIAS A DIOS.

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LAURA Y LUIS GUILLERMO GALEZZO SOBRINOS DE ZAUDITH TAMBIEN LE DAN LA GLORIA A DIOS

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ELIECER NUÑEZ-CILIA PEÑA, TIOS DE ZAUDITH ALABANDO AL DIOS ALTISIMO

ELIECER NUÑEZ-CILIA PEÑA, TIOS DE ZAUDITH ALABANDO AL  DIOS ALTISIMO

PEDRO NELPEÑA DORMELINA CABRALES LINEY PEÑA CABRALES ALFONSO CASTRO PEÑA ADRIANA ALZATE

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ROSIRIS PEÑA CABRALES, UNA MADRE AFLIGIDA, CONVOCA A FAMILIARES AMIGOS Y VECINOS DE SU HIJA ZAUDITH CASTRO PEÑA UNA JOVEN DE 26 AÑOS A QUIEN LE FUERA DIAGNOSTICADO UN CARCINOMA DUCTAL POBREMENTE DIFERENCIADO DE TIPO NO ESPECIAL CON UN GRAVE PRONOSTICO, A SERVICIOS DE VIGILIAS Y ORACIONES INICIALMENTE EN SU RESIDENCIA, POSTERIORMENTE EN VARIAS RESIDENCIAS DE FAMILIARES Y VECINOS, SINTIENDO UN TREMENDO GOZO AL VER LAS MANIFESTACIONES DE SOLIDARIDAD, AMISTAD Y APRECIO GLORIFICANDOSE ASI EL NOMBRE DEL SEÑOR. GRACIAS DIOS. BENDICELOS A TODOS!



ZAUDITH CASTRO EN SU PRIMERA OPERACION

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ROSIRIS PEÑA CABRALES-MADRE DE ZAUDITH

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